Fin de semana e inmersión en Cantabria
Repetimos destino, pero esta vez para realizar una inmersión total en Cantabria nos fuimos a un hotel con spa. Se puede decir que lo de la inmersión esta vez nos lo tomamos a pecho.
El viaje se cumplió tal y como estaba previsto en el programa sin ninguna modificación. Partimos de Madrid el sábado 17 de marzo a primera hora para llegar a la hora del almuerzo al Mesón Río Algorza en Bárcena Mayor, en esta ocasión no fue lo espectacular que fue la primera vez que lo visitamos pero el paisaje compensó la decepción.
Tras la comida salimos hacia el Hotel Real ***** y aquí sí que acertamos. Acertamos de lleno pues nos recibió un edificio histórico de estilo palaciego situado sobre la bahía de Santander con unas vistas espectaculares. El edificio en sí mismo es una joya arquitectónica del siglo XIX que conserva en su interior, salones y jardines el encanto y sabor señorial de la época en que fue construido.
Si a ello añadimos la suntuosidad de las habitaciones con un confort inmejorable va a quedar durante mucho tiempo en nuestras retinas el recuerdo de una estancia inolvidable.
La tarde del sábado parte del grupo la dedico a bañarse en el SPA del hotel y el resto a pasear por la ciudad.
La mañana del domingo fue libre, para que cada uno la dedicase a lo que quisiera, básicamente a pasear por esa maravillosa ciudad con innumerables atractivos.
En varias ocasiones, Santander ha sido designada por la prensa especializada como la ciudad española que mejor calidad de vida ofrece. Tal vez ello se deba a que es suficientemente grande como para disponer de cuanto pueda desearse, pero sin llegar a perder esa dimensión humana del paseante que desea recorrerla.
Santander ofrece además, a través de su bahía y de sus playas, esa conjunción entre ciudad y naturaleza que consigue imponer un ritmo más sereno al habitual agobio de la vida ciudadana.
”Y si vas a Santander, y si vas a Santander, cómprate un par de paraguas que no deja de llover…” dice la canción popular y no nos decepcionó en nada pues la ciudad nos brindó su más típico paisaje ya que el sábado por la tarde llovió un poco. Sin embargo, el domingo la lluvia nos respetó hasta la hora de partir con el autocar que nos despidió con unas gotas camino de regreso a Madrid.